Cicerón escribió en el año 44 a.C. este tratado
	filosófico sobre el dolor, en el que se
	pregunta por la actitud con que los hombres
	deben sobrellevarlo, tanto si es físico como si
	es puramente emocional.
	Cicerón discurre sobre diferentes actitudes
	filosóficas y vitales con que los hombres se
	han enfrentado al dolor, y caricaturiza las
	posiciones extremas que le restan toda importancia,
	como si no fuera un grave mal,
	pero también las que se lo toman, de forma
	pusilánime, con demasiado dramatismo.
	Los consejos de Cicerón siempre están presididos
	por la moderación y la ecuanimidad.
	Defiende que el esfuerzo, en la educación, en
	el trabajo, en la vida cívica, propicia que se
	resista el dolor con mucha más facilidad y
	entereza.