Una historia de amor y oscuridad que entronca con la de nuestro  propio país, en el cruce de tres generaciones que no siempre han sabido comprenderse
«La muerte del padre, el secreto familiar y la escritura: una  conversación a veces crispada, a veces amorosa con el silencio de la  muerte y con el silencio de los vivos. Una indagación honda, como las heridas del título, en la propia historia».
Selva Almada «Quizá todo esto sea una despedida amistosa de mi padre, una forma de  dejarle para poder seguir. Seguro que él lo comprendería. Es la única  manera de hacer la vida. José, espero que lo entiendas. Tengo que  despedirme de ti. Tengo que reconocer que de alguna manera me he  protegido todos estos años a través de esa figura que es y no eres tú.  De esa idea de lo que debía ser yo como hija tuya. Y ahora me toca  avanzar. Me toca seguir sin ti. Como cuando en la película se ve al  fantasma despedirse, como cuando el espíritu sale del cuerpo, como  cuando la sombra de Peter Pan se le despega de los talones. No pasa nada. Vamos a estar bien. Ya verás». Este libro nace de tres heridas, como en el poema de Miguel Hernández:  la de la vida, la de la muerte, la del amor; Violeta Gil parte de ellas  para dar forma a una historia íntima y emocionante. Con esta novela  asistimos a un emocionante ejercicio de creación en el que la autora se  transparenta de manera valiente, poniendo voz, cuerpo y alma al servicio  de su destino, retomando caminos olvidados, conversaciones con  familiares, documentos reales o, a falta de ellos, inventados. Pocas  veces los libros se sienten tan necesarios y se confían de forma tan admirable a su propia razón de ser.