Ya Spinoza había formulado la pregunta: «¿Por qué la gente lucha por su esclavitud del mismo modo que
	lucha por su salvación?». Esta pregunta debe hacerse una y otra vez, y más aún en tiempos de crisis e
	incertidumbre. Charim encuentra la respuesta en el narcisismo, la herida abierta que nos constituye y que
	ocultamos bajo la máscara del ideal.
	No obstante, el narcisismo no es un trastorno psicológico ni un defecto de la personalidad, sino un artefacto social
	que nos dispone a asumir ideales del yo prefabricados; un proceso que nos hace dúctiles e infelices, que nos lleva a
	establecer una relación íntima y personal con la autoridad... a someternos voluntariamente.